Malgré Tout | El cielo es un libro abierto

Transitamos de la cuna a la tumba entre historias. Algunos son la historia que nos será contada. La gran historia resulta de la concatenación de pequeñas vivencias. Es grande la responsabilidad de vivir una vida. Es mayor la responsabilidad de contar bien esa vida.  

La biografía ha acompañado a la Humanidad desde la Antigüedad clásica y evidentemente ha tenido cambios desde entonces. En un inicio, el género relataba la vida de hombres que sirvieran de ejemplo y motivación para los otros, después, en el romanticismo, adquirió valor literario, dejando de ser únicamente un documento histórico.

“La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”, dijo Gabriel García Márquez, pero una biografía también es una reconstrucción. Es decir, el proyecto de escritura de una biografía requiere investigación documental, entrevistas a las personas cercanas al biografiado, pláticas con él y por supuesto, ingenio para acomodar cada pedazo de vida sin que se noten las costuras. A caballo entre el ensayo y la crónica, el biógrafo debe elegir la manera en la que contará la experiencia vital para que se cumpla el objetivo de que el trabajo llegue a los ojos de alguien más.

¿El biografiado se elige como cualquier otro tema de investigación?, ¿se hace una biografía por mera admiración? La mitad de cada pregunta es la respuesta. Es decir, debe haber biógrafos que elijan a su personaje —como en un juego de mesa— y habrá también aquellos inicialmente impulsados por la subjetividad. ¡Qué terrible! Debe encontrarse el equilibrio entre la admiración y la objetividad.

Imagino que para Elena Poniatowska (París, 1932) no fue fácil escribir la biografía del astrónomo Guillermo Haro Barraza, pues aunque ya antes había tenido acercamiento con el género —Hasta no verte Jesús mío, Tinísima, Leonora e incluso La piel del cielo, biografía novelada del astrónomo— El universo o nada. Biografía del estrellero Guillermo Haro (Seix Barral, 2013) es una auténtica biografía. Se sabe porque la portada dice que el libro forma parte de la colección “Los Tres Mundos. Biografía”, pero también por el contenido.

Escribir la biografía del padre de la astronomía moderna mexicana, de quien puso el cielo mexicano en el horizonte académico internacional y le dio su apellido a cuerpos celestes debió ser una tarea semejante a los trabajos de Hércules. ¿Cómo meter 75 años de vida en un libro?, ¿qué contar, qué no? En la página legal la novelista le da crédito a Sonia Peña, encargada de la investigación bibliohemerográfica; a lo largo de la narración el estilo característico de la Poniatowska es evidente: es seria en los pasajes serios y se permite chispazos de humor que hacen todavía más amena la narración de por sí cautivante.

Desde la primera página, la figura del científico se dibuja con trazos firmes y con todos sus colores. A la pluma de Elena no se le escapa ningún detalle de la imponente personalidad del astrónomo, muestra al eminente hombre de ciencia obsesionado con las estrellas a cuya cita acude diariamente puntual, ya que la observación en la cámara Schmidt era para Guillermo Haro un acto ritual al que se entregaba en cuerpo y alma todas las noches hasta las cuatro de la madrugada.

Entrenada en la práctica del periodismo (entrevistas), Elena Poniatowska ha logrado dominar un estilo muy ágil que más que escritura parece narración oral y aunque agregue datos del contexto político-histórico-social que poco o nada, a primera vista, tengan en común con el protagonista, al final es una joya en la que cada pieza fue engarzada perfectamente para que tengamos el brillo del diamante desde todos sus ángulos. Así, no ocultó las ideas machistas de Haro (hijo de su tiempo, por supuesto), pues a veces desconfía del intelecto femenino, aunque también impulsó las carreras de Silvia Torres-Peimbert y Deborah Dultzin. Silvia Torres es nada menos que la primera mexicana en obtener un doctorado en Astronomía en el extranjero.

El universo o nada es una biografía honesta que presenta a Guillermo Haro en el resplandor de sus claroscuros, lo que lo acerca a los seres humanos y lo aleja de los héroes acartonados. Hombre enérgico, preocupado por la gente de su país, razón por la que condiciona a todos los estudiantes que manda a universidades extranjeras a regresar a México una vez terminados sus posgrados. En la objetiva reconstrucción de la figura, Elena no olvida que Guillermo fue su gran amor y, con una tierna sensibilidad, nos muestra al filósofo “herido de amor por la astronomía” para quien el cielo fue un libro abierto.


Dejar un comentario