Cuatro poemas de Carolina Moreno

Schrödinger

En ocasiones
imagino que abrirás la puerta
y te quejarás
de las cosas simples.

O escucho
que no la abres,
ni te sientas a la mesa
y no te quejas de las cosas
que sin ti están.

Limpio la habitación
llena de instantes
que se pegan
como pelo de gato
a la ropa.

Y lleno las esquinas
de sombras
que no me hablan de ti
cuando las riego.

A veces
abro el clóset
mientras tengo mis ojos
cerrados.

Quizá estés ahí
si no los abro.

Una baja de voltaje

Un recibo de luz.
Cinco watts olvidados
en un cuarto
no pueden recordar
el polvo de la esquina.

A veces las personas
se vuelven electrodomésticos
que no saben cómo escapar
de la fecha
de corte.

Una bombilla se apaga cuando alguien decide

El color de la luz
viaja hasta las estrellas
como una montaña rusa
para tocar el cielo.

Luego,
antes de tocarlo
se detiene por un momento
estrella fugaz, lámpara de lava
en la alcoba de un niño, luciérnaga
iluminando la noche del bosque, estrella
pegada en el cielo del cuarto, bombilla
que me recuerda
aún puedo
encenderme. 

Aves mensajeras

Por las noches un pájaro
se acuesta en mi cama.

Plumas caen sobre las sábanas
bajo la sombra de mi piel.

Siguen cayendo
hasta cubrir el hueco
de nuestros cuerpos.

Al final él se las lleva
a la habitación de al lado.

Una caricia él entona
y resuena en mi vientre,
como un balbuceo.

En su canción soy un murmullo
que no alcanza a volar.

Y muerdo su canto,
que quizá,
mañana pueda ser
un ¿cómo estás?,
un ¡buenos dias!


Carolina Moreno (1992, Monterrey). Licenciada por la Universidad Autónoma de Nuevo León

Dejar un comentario