Metamorfosis
Bajo el hechizo de la luna, se transformó.
Aleteos
En una tarde soleada, decidí hojear el álbum de fotografías familiar. Vi pasar la vida de mi abuela en minutos. Una fotografía en particular me cautivó: mostraba a mi abuela cuando era joven, rodeada de sus diez hijos. No pude evitar pensar en lo difícil que debió ser su vida. Deseé de corazón que su alma hubiera tenido más oportunidades. Pensativa me levanté del sofá y a través de la ventana vi en el jardín un colibrí que posaba sobre un geranio. Esas eran sus flores favoritas. Una alegría me invadió y entendí que mi abuela ahora era libre. Sonreí.
#Niunamás
Camina desesperada con la angustia a cuestas, apresura el paso y comienza a correr, un ruido inesperado hace que su mirada se fije hacia atrás. Suplica. Poco a poco el latido de su corazón se apacigua y sonríe al ver caras conocidas, llega a casa y siente que está a salvo, actúa como si nada hubiera pasado, como si el miedo no le hubiera invadido el cuerpo de los pies a la cabeza.
Fugaz
Sin saberlo, ese fue el último día que jugó a las muñecas.
Entre cortinas de hospital
Habían pasado varias horas desde que me habían ingresado, me sentía inquieta, sentí como si el tiempo se hubiera detenido. Fijé mi mirada durante unos minutos en un paciente al que llamaban Paco, un hombre de edad avanzada conectado a un aparato que de pronto comenzó a sonar. Una enfermera corrió y, de manera casi inaudible, informó que había entrado en paro. Al parecer, ya no había nada que hacer. Recuerdo que lloré, aún sin conocerlo, con el paso de las horas, finalmente me quedé dormida. Cuando desperté, otro paciente ocupaba ese lugar, como si allí no hubiera pasado nada.
Sentidos
Sentada en el parque percibo el olor a lluvia veraniega, un viento ligero eleva las hojas que cayeron de aquel árbol frondoso. De repente, el canto de un pájaro me hace desviar la mirada hacia arriba. Curiosamente, el cielo hoy tiene un brillo especial; las nubes esponjosas me recuerdan el sabor dulce de un algodón de azúcar. Sonrío, la nostalgia me invade. Una voz tierna se acerca a mi oído mientras su pequeña mano toca mi hombro y dice: Abuela, ¿qué estás haciendo? Respondo con los ojos cristalinos “Estoy viendo que la vida ocurre, viendo cómo la vida transcurre.”
Esperanza
Todas las mañanas solía pararse frente al espejo y se decía a sí mismo: Hoy no es un buen día. Al salir de casa, sonreía e intentaba dar lo mejor de sí. Regresaba a casa por las noches y se decía: Hoy no fue un buen día… para el suicidio.

Jaszel Utrera Ortega nació en la Ciudad de México, pero arraigó sus raíces en Veracruz. Participó en un taller de narrativa para principiantes, cuyos resultados derivaron en un libro titulado Contarte. Textos de los talleres del CCO Palabrerías 2022. Además, ha compartido lectura en voz alta a través de redes sociales. En su tiempo libre, Jaszel, disfruta de plasmar sus observaciones y sentimientos por medio de la escritura.
