Reseña | Oaxaca y sus muertos

[Texto y fotos de Jordy Pngn]

Noviembre es un mes especial para los mexicanos: cada 20 se celebra el aniversario del proceso revolucionario que acabó con el régimen porfirista y dio lugar al México moderno; además, el mes abre con otra de las fechas más importantes para la mexicanidad, pues el 1 y 2 nuestros difuntos regresan del inframundo para convivir un momento más con nosotros, fechas en que con respeto y amor los recordamos y los celebramos.

Parafraseando a Guillermo Bonfil, el México indígena es el México profundo, ese que ha sobrevivido el embate del capitalismo y ha logrado conservar muchas de nuestras tradiciones, adaptándolas a los nuevos tiempos que se viven hoy día. Uno de esos lugares indígenas fuertes y orgullosos de serlo, lo cual les da una fortaleza particular, es Oaxaca.

Combinar la celebración de los muertos y Oaxaca significa sentir la fiesta y el ambiente de tradición a un nivel diferente: el oaxaqueño porta orgulloso su herencia y con ese orgullo les brinda una fiesta sin igual a sus difuntos, porque no se limita a un par de días, sino que toda la semana se lleva a cabo la celebración: Cempasúchil, velas, catrinas, pan de muerto y música de banda están presentes todo ese tiempo.

Uno va caminando por la calle y se encuentra a la comparsa, que es una peregrinación donde las personas van bailando acompañados de música de banda tradicional oaxaqueña; abundan maquillaje, mujeres, niñas, niños, bebés, hombres, abuelitas y abuelos: todos son parte de este homenaje a los muertos. Cada barrio oaxaqueño tiene su comparsa, por ello en cualquier momento de la semana uno se puede encontrar en medio de una de ellas, lo cual nos sirve para ver que es una fiesta, que hay que recibir con alegría a los que ya se fueron, pues los tenemos de vuelta momentáneamente y debemos disfrutar su presencia: hay que hacerlos sentir bien para que su estancia sea agradable y que tengan ganas de regresar nuevamente. La canción mixteca suena una y otra vez como bienvenida, como un himno oaxaqueño a la muerte, como una voz que nos hace recordar que debemos honrar a nuestros fallecidos y no con el tono nostálgico que caracteriza la composición.

El punto más alto de la celebración es la noche del 1 de noviembre, cuando todas las tumbas de los panteones son adornadas con flores, velas, comida y, principalmente, debido a la velada que hacen los familiares de los que habitan esos nichos para esperar a sus muertos. Hay de todo, porque están presentes la infancia, la adolescencia, la adultez y la vejez: los jóvenes con su energía y fuerza para apoyar en las labores, los viejos guiando las cosas para que queden de la mejor forma posible, los niños aprendiendo y observando lo que hacen los demás. Esto, para mí, es lo importante, ya que con eso se garantiza que la tradición continuará, pues se les enseña a respetar, a valorar a sus familiares vivos y esperar con alegría la venida de los que ya se fueron.

Oaxaca es una tierra donde la fiesta tradicional es patrimonio, una donde se aprecia de manera especial y profunda la celebración de día de muertos.

 

 

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Jordy Pngn. Historiador por la UNAM, FFYL, por convicción. El pasado es importante para definir nuestras acciones futuras, el olvido no debe de ser. todas las voces deben ser escuchadas, la memoria tiene que ser el legado de los pueblos.

Comparte el tiempo que dedica a la historia con el amor que siente por la fotografía… ella como una parte esencial en la vida moderna para el registro y  la memoria colectiva.

Su página en Facebook: JP Fotografía.

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