Cuando comenzó esta tendencia en Hollywood de adaptar cuentos clásicos a películas oscuras, grotescas y sensuales, enfocadas más hacia un público adulto —tales como Caperucita Roja (2011), Blanca Nieves y el Cazador (2012) o Hansel y Gretel (2013)—, me pareció una reinvención comiquísima. Mientras comía bombones perezosamente al ver estas películas, se prendió una chispita…
